Cuando era (más) mocita me fui de Erasmus a Portugal: estudié un curso en Coímbra y, como le pasa a cualquiera en similar arena, to lo que se diga es poco. Servidora cuando se bebe un par de vinos -lo mismo da de Jumilla que de vinho verde– es dada a arrancarse con alguna copla y creo que en ningún sitio lo he disfrutao tanto como en aquellos bares de la Baixa en los que yo les cantaba una seguramente espantosa pero muy sentía Zarzamora y ellos me respondían un Estranha Forma de Vida.
Batallitas mías aparte, la copla y el fado muchas veces han cruzado sus caminos y casi se diría que han nacido para encontrarse. Este episodio es -conste que no me arrepiento ni un poco de la cursilería que voy a soltar- mi carta de amor a Portugal.

Descubrí tu podcast gracias al artículo que publicó Verne. Es brillante y me tiene todo el tiempo atando conexiones en la cabeza. Mucho de lo que decís del fado y la copla también se aplican a géneros latinoamericanos como el bolero, la ranchera, el tango y la milonga. Sería muy interesante si pudieras hablar sobre esas conexiones
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Hola, Alejandro. Muchísimas gracias por tus palabras: justamente tenía pensado entrarle a la relación con el tango en algún capítulo próximo. Además me sucede un poco como con el fado, estuve una temporada estudiando en Montevideo y me quedé prendada también. ¡Muchas gracias, de verdad!
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