Cuando escuchamos a las folclóricas hablar de sus propias vidas hay una constante que se repite una y otra vez: los orígenes humildes de todas ellas. Concha Piquer robaba patatas para poder comer, Estrellita Castro limpiaba la casa de su maestro de canto para pagarse las lecciones…no es de extrañar que al hacerse millonarias gracias a su talento se convirtieran también en un modelo de éxito para todas las niñas pobres de la España de la posguerra.
¿Pero cuánto tuvo la copla de ascensor social y cuánto de trampantojo? Las propias historias de las canciones y sobre todo las de las películas folclóricas hablaron insistentemente de pobreza. De la miseria a la fama, de la escasez a la abundancia: hoy hablamos de qué nos cuenta nuestra música sobre el difícil arte de salir de pobres.
