Aunque hoy la vinculemos con los excesos a veces sonrojantes del amor romántico, la cursilería en su origen tenía más que ver con la clase social. Burguesía, distinción, cuestiones de género…¿quién decidía/decide qué es el «buen gusto»? La respuesta es un poco «los de siempre», no os voy a engañar. Distinción y prestigio social van de la mano: el gusto legitimado es siempre -qué casualidad, oiga- el de los de arriba.
En este episodio hacemos un repaso a la representación del mal gusto en cuplés y zarzuelas, a los vericuetos ideológicos de clase y género que encierran arquetipos tan repetidos como el de la niña cursi. Arreglaos las enaguas, abrid el quitasol y recitad de memoria -siempre a la luz de la luna, hacedme el favor- vuestros versos de amor favoritos porque hoy vamos a hablar de cursilería.
